Nada es lo que parece
- Jimena Mágica

- 3 abr 2021
- 2 Min. de lectura
Nada es lo que parece. Puedes ver a una persona a los ojos, asumir que conoces su vida y, sin embargo, no tener ni la más remota idea de lo que está experimentando por dentro.
Esa persona puede reír, mostrarse alegre e interactuar contigo como de costumbre, o bien, puede que explote, que te insulte o que se aísle de ti. Claro, si el comportamiento es negativo ya será su responsabilidad buscarte para resarcir el daño, pero de cualquier modo no tienes acceso a su verdad más pura. Su universo interior es tan vasto que escapa de tu percepción.
Si lo piensas un poco, en realidad no hay forma de que sepas con certeza qué es lo que siente esa persona respecto a su propia vida. ¿Cuáles son sus miedos más profundos? ¿Qué le preocupa? ¿Cuándo fue la última vez que lloró? ¿Qué anhelos corren por su sangre? ¿De qué manera está lidiando con sus circunstancias de vida? ¿Qué le duele en el alma?
Incluso si se trata de tu pareja o de tu mejor amigo, siempre habrá algo que te eluda, algún detalle que escape de tu intuición. Es así porque la privacidad humana comienza en la mente y en el corazón, y nadie nunca ha experimentado en mente o corazón ajeno.
Por esa razón, sé más amable cuando no comprendas por qué alguien actúa como actúa. La carga emocional de otro no se trata de ti. Repítelo como un mantra. NO SE TRATA DE TI. Se trata de lo que esa persona está viviendo de forma íntima. Y por más que la adores, aprecies y quieras resolver sus problemas, quizá es mejor que des un paso hacia atrás y frenes la inercia de tu ego.
Lo que sea que esa persona esté atravesando es completamente válido, lo comprendas o no. No intentes entender algo que es imposible, pues si no has caminado en sus zapatos sólo podrás calificar la situación a partir de tu propia experiencia. Y, ¿qué crees? Jamás has caminado y jamás podrás caminar en los zapatos de alguien más. Lo máximo a lo que puedes aspirar es a tener compasión. Ojo, compasión no es sinónimo de lástima, eso es otra cosa. Compasión es la capacidad de disminuir el sufrimiento. Y todos los seres humanos sufrimos, de una manera u otra, a distintos niveles y dimensiones.
Si no sabes cómo acompañar o no entiendes el dolor o lo que sea que esté viviendo la otra persona, al menos no reacciones, no juzgues y no lo conviertas en un asunto que tiene que ver contigo. Aunque en este magnífico universo todos estemos conectados y en esencia seamos la misma energía, date permiso de contemplar que hay muchas cosas que no comprendes.



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